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¿Qué podemos hacer para romper el techo de cristal para las mujeres rurales?

Desde barreras económicas y educativas hasta obstáculos en el acceso a la salud y la participación en liderazgo, las mujeres rurales se enfrentan a un conjunto de desafíos. ¿Cómo podemos generar oportunidades para levantar esas barreras?
Tiempo de lectura: 10 minutos
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En Colombia cerca del 80% de los municipios son considerados rurales y en ellos las mujeres desempeñan un rol fundamental en el desarrollo tanto comunitario como económico y social. Son ellas quienes llevan la batuta en el cuidado de sus familias, son quienes se encargan de cultivar las tierras y asimismo promover las actividades que contribuyen a la mejora de la calidad de vida de quienes las rodean. Sin embargo, a pesar de esa gran contribución, enfrentan una serie de retos que limitan su desarrollo. Estos desafíos, aunque profundos, no son insuperables. Con el fomento y oportunidades adecuadas, es posible levantar barreras que transformen sus vidas y, a su vez, fortalecer el tejido social de sus comunidades.

Barreras económicas

Uno de los principales obstáculos que enfrentan las mujeres rurales en Colombia es la falta de oportunidades económicas. En muchas regiones del país, la tierra y los recursos financieros están concentrados en manos de unos pocos, y en múltiples oportunidades son solo los hombres quienes tienen acceso a ellos, lo que deja a las mujeres con poco o ningún acceso a medios de producción o a la inclusión financiera.  Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística-DANE, las mujeres rurales enfrentan una tasa de negación de créditos comerciales del 88,4%, en comparación con el 69,2% para los hombres rurales. Este tipo de situaciones las obliga a depender de trabajos informales y mal remunerados, lo que perpetúa un ciclo de pobreza y exclusión. Uno de los cambios que hemos visto en nuestro trabajo en Acumen es cómo las inversiones con un enfoque de género pueden marcar una gran diferencia. Al apoyar empresas que empoderan a las mujeres rurales, no solo se mejora su situación económica, sino que también se fortalece la comunidad entera.

Barreras educativas

Además de las barreras económicas, la falta de acceso a una educación de calidad sigue siendo un problema importante. En muchas zonas rurales, las instituciones educativas están lejos y los recursos son escasos, lo que hace difícil que las niñas completen su educación y muchas veces, se espera que las mujeres jóvenes prioricen las responsabilidades del hogar o el trabajo por encima de su educación. El 7,9% de las mujeres rurales entre 6 y 21 años que no estudia, no lo hacen porque debe encargarse de los oficios del hogar y el 2,6% por embarazo. Los retos educativos no solo se quedan a nivel primaria o secundaria, sabemos que la formación es clave para el progreso, sin embargo solamente el 2% de las mujeres rurales en Colombia logran acceder a estudios universitarios. Las mujeres que tienen acceso a educación de calidad no solo tienen más oportunidades laborales y de desarrollo, sino que también se convierten en líderes capaces de inspirar cambios positivos en sus comunidades.

Acceso a la salud

El acceso a servicios de salud es otro desafío crucial. En las zonas rurales, las clínicas y hospitales suelen estar lejos, y cuando existen, a menudo carecen de personal y recursos adecuados. Esta situación es especialmente grave en el caso de la salud materna y reproductiva, donde la falta de atención puede tener consecuencias de alta gravedad. 

De acuerdo al Instituto Nacional de Salud, al comparar las cifras por áreas urbanas y rurales en cantidad de mujeres, la diferencia en mortalidad materna en 2023 para mujeres en áreas rurales fue de 59,7, mientras en áreas urbanas fue de 40,7. Al analizar las cifras por grupos poblaciones se evidencia que las mujeres indígenas presentan las tasas de mortalidad materna más altas del país. Según el Sistema Nacional de Vigilancia en Salud Pública-Sivigila, por cada cien mil nacidos vivos, 140 mujeres indígenas fallecieron en 2023, lo mismo sucede con las mujeres afrodescendientes para el mismo periodo, con una razón de mortalidad materna de 76,8. 

Fortalecer los sistemas de salud, mediante alianzas con organizaciones que proporcionen servicios en las áreas rurales pueden asegurar que todas las mujeres reciban la atención que necesitan, sin importar cuán alejadas estén. Sara Pushaina, Fellow de Acumen 2023, trabaja para garantizar acceso a salud para mujeres, niños y niñas liderando el proyecto de la construcción del primer centro materno infantil en La Guajira a través de la Fundación Libertad para los Niños Wayuu

Violencia basada en género 

A estos retos se suma la violencia basada en género, un problema persistente que afecta a muchas mujeres rurales. El aislamiento geográfico y la falta de información sobre los protocolos y recursos disponibles para este tema hacen que sea difícil para ellas denunciar abusos o buscar ayuda. En 2022 en los centros poblados y rural disperso del país la tasa de denuncia de delitos sexuales para las mujeres se registró en 41,5, en comparación con los hombres en la misma zona, que tuvieron una tasa de 5,5, representando una diferencia de 36 puntos entre ambos géneros. 

En este contexto, crear entornos seguros y accesibles es fundamental. Establecer centros de apoyo y educar a las comunidades sobre la igualdad de género y los derechos de las mujeres puede ayudar a reducir la violencia a la que se enfrentan miles de mujeres en las zonas rurales. Josefa Hernandez, Fellow de Acumen 2022, trabaja para cambiar esta realidad y mejorar la calidad de vida de las mujeres en su comunidad. Es Cofundadora de la Asociación de Mujeres Palenqueras, para el Desarrollo Integral Comunitario “Kasimba de Sueños”, una organización que busca abordar y visibilizar la violencia basada en género en su comunidad, y a su vez generar dinámicas económicas que fortalezcan la mujer en San Basilio de Palenque.

Mujeres y el liderazgo

Finalmente, aunque las mujeres rurales son imprescindibles para sus comunidades, su participación en escenarios de liderazgo sigue siendo limitada. A menudo, las normas culturales y la falta de apoyo estructural las excluyen de los espacios de toma de decisiones. En Colombia la representación y el liderazgo comunitario todavía está mayoritariamente en manos de los hombres. Sin embargo, promover la inclusión de mujeres en procesos de liderazgo locales y regionales puede tener un impacto transformador. Las capacitaciones en liderazgo y los programas de formación son herramientas valiosas para preparar a las mujeres a asumir roles de liderazgo y contribuir activamente al desarrollo de sus comunidades. 

A pesar de los retos, debemos seguir trabajando para garantizar la generación de oportunidades, y asimismo crear espacios de formación para mujeres líderes rurales, entendiendo que esto puede catalizar el cambio. Cuando las mujeres tienen las herramientas y el apoyo que necesitan, no solo mejoran sus propias vidas, sino que también impulsan a sus comunidades hacia un futuro más equitativo y próspero.

La generación de oportunidades así como el empoderamiento de las mujeres rurales en Colombia es fundamental para el desarrollo de nuestro país. A través de la educación, el acceso a oportunidades económicas, la salud, la protección contra la violencia y la participación en el liderazgo, podemos ayudar a levantar las barreras que enfrentan las mujeres. Cada persona tiene un papel que desempeñar, ya sea apoyando iniciativas locales, promoviendo políticas inclusivas o simplemente educándonos y educando a más personas sobre estos temas. Es un esfuerzo que requiere la colaboración de gobiernos, organizaciones, empresas y la sociedad en general y es un trabajo que nos beneficia a todas las personas, porque cuando una mujer rural avanza, toda su comunidad progresa con ella.

 

Autora

Lina Rueda

Lina es Asociada Senior de Comunicaciones para Acumen Latinoamérica. Lina cuenta con experiencia trabajando para entidades públicas, privadas y de cooperación internacional en diferentes sectores como cambio climático, ambiente y educación. Es Comunicadora Social Organizacional de la Universidad Autónoma de Bucaramanga (UNAB) y cuenta con un máster en Dirección de Comunicación Corporativa de OBS Business School- EAE y la Universitat de Barcelona.